Y el Semillero tuvo su encuentro y tuvimos la oportunidad de seguir aprendiendo juntes, esta vez en modo presencial. El sábado 12 y domingo 13 en Villa Ciudad Parque, en la provincia de Córdoba, se realizó el encuentro del Semillero de Redes Comunitarias. Con la coordinación de Altermundi y la participación de diez organizaciones que viajaron desde sus territorios con gran entusiasmo por compartir el despliegue de la red local.
Durante dos días, nos conocimos, nos organizamos y acompañamos a Semillas del Sur, la organización anfitriona, en el despliegue de su red comunitaria. La experiencia dejó como resultado no solo la red en Villa Ciudad Parque instalada, sino los aprendizajes que todas las organizaciones que se sumaron se llevaron a sus lugares.
Algunas comunidades, como la proveniente de Tostado, del norte de Santa Fe llegaron a Villa Ciudad Parque el viernes por la tarde con el objetivo de amanecer el sábado ya descansando allí. Las demás fueron llegando durante la mañana del sábado a la Casa Común, el lugar que los integrantes de Semillas del Sur consiguieron y prepararon para alojar el encuentro: una casona colonial, rodeada por un amplio terreno, que cuenta con corrales para animales y un vivero. La casona tiene también habitaciones con numerosas cuchetas y una cocina con grandes hornallas, que fue escenario de numerosas charlas mientras se preparaba la comida o se calentaba el agua para el mate durante estos dos días. Cerca de la casa un salón, todo vidriado, fue el lugar compartido en desayunos, almuerzos y la cena del sábado, y también en reuniones y plenaria.
A media mañana del sábado comenzaron las actividades, como corresponde, con las presentaciones. Luego de una rápida ronda de nombres y organizaciones, la propuesta fue elegir a una persona no conocida y conversar con ella un ratito. Luego, en ronda, la dinámica fue compartir tres aspectos sobre esa persona, quién debía levantar la mano, y así presentarla al grupo. Luego, quien presentaba, tomaba un ovillo de lana que inició en el centro de la ronda y lo tiraba a otra persona de la ronda, que sería la próxima en presentar. Y así comenzó a tejerse la red.
Participaron del encuentro, además de Semilla del Sur, La Perla y Valle de Alegre, ambas de Alta Gracia, Sebastián el Cano, desde el norte de Córdoba, casi en límite con Santiago del Estero desde donde se sumó la Universidad campesina del Mocase de Ojo de Agua. También participaron la organización Tucma, desde Tucuman, la Mesa de Comunicadores Populares de Salta y Jujuy, acompañando a una comunidad de la quebrada del Escoipe de Salta, Guachipas de Jujuy, un grupo de Plottier, Neuquén y Cultura Arbol de Bialet Masse y Campo de la Ribera, ambas de Córdoba.
Acompañaron además, compañeres de otras redes vinculadas con Altermundi, que se sumaron a la coordinación, el emprendimiento Tecnologías de Raíz, que está fabricando las antenas para los Libre Routers, con sede en Molinari, Cosquin, e integrantes de organizaciones de Villa Ciudad Parque vinculades con la red local que estaba pronta a nacer.
De nuevo en la ronda, sentados sobre el verde, Jessica de Altermundi, dispersó una serie de objetos: materiales, elementos y herramientas. La propuesta fue elegir alguno de ellos, y en conjunto describirlos: decir qué son, para qué sirven. Había llaves, cables, precintos, testers, antenas, routers, transformadores, fichas, clavos, tornillos. El grupo fue explorándolos, haciendo foco en características, utilidades, particularidades. “¿Alguien sabe para qué es este botón?” Y así el grupo supo del reseteo de la caja que contendrá la alimentación de energía. Luego algunas de estas descripciones fueron acompañadas por láminas que ilustraban a algunas de las herramientas, como el cable de red, o situaciones que reunían a varios de los elementos, como es un punto de montaje. Y los saberes siguieron circulando: ¿“Levante la mano quien sabe que es software libre?” Bastantes manos se levantaron. “¿Y quien sabe qué es creative commons?” Algunas se bajaron. ¿Y qué es trabajo colaborativo? Y todas se levantaron. “Bueno. De eso se trata” concluyó Jesica.
Fue entonces el turno de Martín Ferreira, miembro de Semilla del Sur, quien viene participando de los encuentros virtuales del Semillero y fue quien llevó a cabo la planificación técnica del despliegue en Villa Ciudad Parque. Martín compartió con el grupo lo que se iba a realizar a la tarde, y a grandes rasgos describió cada uno de los nodos planificados. También describió cómo es el vínculo con las diferentes instituciones que se suman a la red.
Para terminar esta mañana de trabajo, la consigna fue jugar al fútbol de Alaska. Nuevamente en ronda y enumerados en 1 y 2, se formaron dos equipos. Cada equipo recibió un marcador, que funcionó a modo de pelota, y que debía circular por lo ronda, de mano en mano, en sentidos opuestos. Cada quien pasaba el marcador a los de su equipo. Luego de varios partidos, cada grupo el 1 y 2, se agrupó y reunió. Y se replicó la misma dinámica. Se volvieron a enumerar en dos grupos y a jugar nuevamente. Quedaron así conformados los 4 grupos que por la tarde trabajarían en cada nodo. Luego de una breve reunión por grupos para conocer un poco más sobre cada nodo y la tarea a realizar, llegó la hora de almorzar: un riquísimo guiso de lentejas, con versión vegetariana, ambas deliciosas, cocinados por compañeros de Semilla del Sur, que condimentaron con mucho ají, cúrcuma y ajo, según comentaron más tarde, para seguir compartiendo saberes.
Durante el almuerzo hubo más presentaciones y agradecimientos, de quienes trabajaron para organizar el encuentro, desde Altermundi, desde Semilla del Sur, y se acercó al encuentro también Pablo Riveros, presidente de la Comuna de Villa Ciudad Parque a dar la bienvenida al grupo, celebrar la iniciativa y expresar el acompañamiento del gobierno local.
Luego de la sobremesa, comenzaba el trabajo de parto. La coordinación del encuentro compartió indicaciones para la tarea pero también sobre cuidados a tener en cuenta durante toda la jornada. Comenzando por chequear todos los materiales necesarios, incluidos en una lista. “Tengan en cuenta el agua, el alimento, la seguridad. No van a poder trabajar, o no por mucho tiempo, si no llevan agua. No pasen hambre, ni frío. Si se lastiman pidan los botiquines”.
Jesica presentó además el formulario de seguimiento de la tarea, que debía completarse en forma colectiva. Cada nodo debía registrar allí diversos aspectos sobre el trabajo: dificultades que se presentaran, tareas pendientes, que luego sean difíciles de ver o no se recuerden. “Se falseó un tornillo, por ejemplo”. Se puso especial énfasis en la promoción de la participación rotativa, para que el grupo se ocupe de garantizar que todes sus integrantes puedan realizar las tareas, atendiendo a la rotación de roles, en especial cuando alguna persona expresa miedo, o no asume algunas tareas porque es retraída o por timidez. Distribuidos en diferentes vehículos, los cuatro grupos partieron rumbo a la parte céntrica de la comuna.
Manos a la obra: iniciando el despliegue
La red de Villa Ciudad Parque, mapeada y craneada por Semilla del Sur, con la coordinación de Martin, planificó 4 nodos. Uno en el Parque Los Reartes, otro en el centro Satsanga, un espacio en construcción para alojar a madres adolescentes y mujeres víctimas de violencia, otro en el club social y deportivo Calaguala y el cuarto en el Mercado de la Tierra, un espacio de intercambio de semillas, que reúne también a la biblioteca y la radio. Todos los nodos se encuentran sobre la Avenida Los Reartes, arteria central que atraviesa el pueblo desde la ruta hasta el río.
Los grupos llegaron a sus lugares de trabajo y comenzaron a organizar la tarea, que inició con dinámicas diversas, de acuerdo a las situaciones que se fueron presentando. Cada grupo contaba con una coordinación, que tenía la indicación de intervenir lo menos posible. La coordinación y comunicación entre los grupos se realizó por el grupo de whatsapp que se venía utilizando para coordinar los encuentros virtuales y la logística del encuentro. Se utilizó ese medio para advertir sobre problemas, faltantes y celebrar logros también. Fue por el grupo de whatsapp que se anunció que comenzaba la transmisión en vivo organizada desde la Biblioteca y la radio comunitaria (https://www.youtube.com/watch?v=Z6CzEDW3Q90&t=6s).
Hasta allí se fueron acercando durante la tarde integrantes de cada organización para ser entrevistades. A la vez hubo coberturas del desarrollo de las tareas en cada uno de los nodos. Las tareas de comunicación fueron desarrolladas por un grupo de la Universidad Popular de Barrios de Pie, de Alta Gracia, a cargo no solo de la cobertura sino también del registro de imágenes y de la difusión, presentes en cada momento.
Cada grupo, en cada nodo debió lidiar con diferentes desafíos. En el Parque hubo que resolver el modo de adecuar el Libre Router al poste; en Satsanga los desafíos fueron la ubicación del caño, sobre el árbol y la conexión eléctrica. Calahuala, coordinó con el Club el ingreso del cable a las instalaciones. Y el Mercado de la Tierra, fue el nodo que debió resolver la conexión a internet que la red distribuiría.
Al ir cayendo el sol cada nodo fue terminando la tarea. Calhaula fue el primero en completar la tarea. Los últimos pasos… alinear las antenas, conectar el Libre Router a la electricidad, configurarlo y ponerlo en Red. En cada espacio llegaba el momento de aprender a hacerlo. Iniciar… Esperar… Ingresar a minodo.info e iniciar la configuración. Nombrarla, nada menos que elegirle un nombre, a la Red y al Nodo, y definir una contraseña. Y asi los nodos se fueron conformando y la red nació. En cada uno, fue luminoso el momento en que se pudo vislumbrar en los teléfonos que cada uno de esos elementos que se ensamblaron durante la tarde concretaron la conexión que permitirá a esta comunidad acceder a internet.
El grupo regresó de noche a la Casa Común. Reinaba el cansancio pero sobre todo una satisfacción de lo logrado, en especial respecto del momento de la conexión, que fue el relato que más apareció en todas las conversaciones. La cena reunió al grupo con asado, choripanes y ensaladas, música, sampleo y guitarra, mientras seguían sucediendo momentos de encuentro.
El domingo por la mañana, luego de una noche de sueño reparador, de un despertar armonioso y un desayuno sereno con charlas y hasta algún debate sobre las políticas sociales nacionales, la propuesta fue reunirse por comunidad y organizar la recepción de los equipos que cada una llevaría para el despliegue de la red a su territorio. 4 routers, 8 antenas, el transformador poe, un tester, una pinza crimpeadora, 30 metros de cable, omegas, fichas. Los grupos iban tildando de la lista de materiales, a medida que se iban repartiendo los materiales. Dedicación aparte mereció la medición y distribución del cable, que llevó el carretel rodando por todo el terreno, mientras se probaban diferentes métodos de medición. La tarea terminó con aplausos y una gran foto grupal.
La mañana de trabajo continuó con una tarea emblemática de los despliegues de redes comunitarias: el armado del cable de red. Distribuidos en las mesas del espacio común, los grupos comenzaron a utilizar las herramientas recién recibidas para practicarlo.
Cortar el cable, sin que se corte la película plateada, separar los 8 cablecitos de colores, agrupados de a 2, peinarlos y ordenarlos. “Blanco naranja, naranja, blanco verde, azul, blanco azul, verde, blanco marrón, marrón” se comenzó a escuchar a modo de mantra. Una y otra vez el repaso. Luego insertarlos en la ficha, que tiene 8 ranuras. Deben tocar los puntos de contactos, cuidar la posición del filamento que hace de tierra, ajustar los cablecitos, que hagan tope, que se vean los 8 puntitos de color de frente. Listo. A crampearlo. Y testearlo. “Esto deberíamos haberlo aprendido ayer” dijeron por ahí. La respuesta fue: “Si proponemos primero esta tarea iban a pensar que todo lo relacionado con el despliegue de la red es así de complejo” develando con picardía la estrategia pedagógica.
El aroma del arroz con pollo señaló que era hora de despejar las mesas de cables, fichas y herramientas: nuevamente el menú realizado por un grupo de la comunidad local recibió muchos elogios. La sobremesa derivó en plenario, en puesta en común para compartir las experiencias, vivencias, análisis, aprendizajes. Para iniciar se destacó que este encuentro se origina en líneas de trabajo compartidas desde organizaciones como la UTEP o el INTA y que garantizan un espacio de trabajo alineado en valores y objetivos comunes.
Puesta en común y Plenario
La invitación fue a comentar aspectos destacados del encuentro y del trabajo de la jornada anterior. Así surgieron los elogios a la organización, hasta en los detalles. Se destacó el foco puesto en el cuidado, en tomar agua, comer frutas, en el descanso, en los tiempos de ocio. También fueron mencionadas la sencillez con que se presentaron los aspectos técnicos, las formas en que cada grupo improvisó ante las dificultades que se fueron presentando. “La improvisación es parte de este proceso. Muy seguido sucede que nos encontramos con que las cosas no eran como estaban en la hoja”. Se recordó la situación de la plaza en que hubo que adecuar el router al caño, afirmarlo al poste, elogiando la coordinación que logró detectar el modo de cada quien, aprovechando algunos saberes, y promoviendo el aprendizaje de todes.¡
“Cada quien aportaba lo suyo” señalaron pero también enfatizaron la importancia de promover la rotación. Que ese foco esté presente. Y estuvo presente en cada grupo. Se evaluó también el modo en que incidió la presencia o ausencia de referentes de la comunidad local en cada grupo. Y cómo cada grupo fue asumiendo las tareas a pesar de esa falta, con foco en lo técnico, como fue el caso del Mercado de la Tierra, pero también como en el club Calahuala, tomando decisiones con las personas del lugar. “No nos conocíamos pero pudimos resolver todas esas decisiones”. Tecnología de raíz, por ejemplo, acompañó pero no dirigió. Eso nos permitió resolver, contando con esa guía.”
En Satsanga relataron momentos de incertidumbre, no saber donde desplegar y eso invito a recorrer el lugar, llegar hasta el centro, conocerlo, conversar con el referente sobre su historia y su necesidad. Y luego con el cable en la mano poder materializar esa conexión, resolviendo cada aspecto necesario.
Además de la importancia de contar con la presencia de la gente del lugar, se destacó la importancia de contar con todas las herramientas necesarias, y también se reconocieron las dinámicas de intercambio de herramientas que ocurrieron en la jornada, desde las interacciones por whatsapp y con algunas personas que iban y venían de un grupo a otro. “Nuestra herramienta compartida fue Matías” y a pura risa se recordó el aporte que el compañero del Mocase pudo hacer en varios grupos por sus conocimientos técnicos.
“En Calahuala también sucedió. No sabíamos qué hacer ni por dónde empezar. Sentíamos que el instructivo estaba en chino. Y nos fuimos animando. Todes laburamos. Todes encontramos una tarea. La que no se quiera subir a la escalera, se animó y se subió. Las mujeres del Club también se sumaron”. Todas las experiencias implicaron aprendizajes.
La participación igualitaria mereció más de un comentario y matiz. “Están naturalizados esos roles. Ante la primera dificultad surge el ¿querés que lo haga yo? Es bueno detectar esos roles, nombrarlos, reconocerlos.” “¿Sintieron miedo?” preguntó Jesica. “Miedo a romper”, compartió Virginia de Escope. Identificar esos mecanismos ayuda a participar. “Existe el momento en que puedo probar ¿Qué mecanismo puedo ofrecer para contar con la seguridad de probar? El grupo lo puede garantizar. Saber que me puedo equivocar y que nadie se va a enojar” aportaron. “Así fue que pude armar el toma corriente”, compartió Maca del Mocase. “Yo sentía miedo de que la compañera se caiga” confesó Javier de Cultura Arbol. “Y yo sentí miedo por la instalación eléctrica” sumó Fabricio. Se nombró ahí la importancia de los elementos de seguridad, como el casco. “Si se cae un omega o peor aún una herramienta y golpea, puede hacer mucho daño.”
Las preguntas siguieron. ¿Sintieron frustración? ¿Bronca? “Al contrario. Es posibilitador sentir que se puede replicar en todos lados. Es por lo que estamos acá” mencionaron desde Tucumán. Desde Neuquén sumaron la mirada política retomando algún intercambio de la jornada. “No debemos confundir quienes son nuestros enemigos y quienes nuestros aliados. Construimos juntos, porque pensamos y deseamos más o menos lo mismo. Lo celebro y entiendo que eso es lo que nos convoca”.
“¿Alguien sintió emoción? ¿Lloró?”. “Cuando se prendieron los nodos. Cuando alguien anunció ‘hay wifi’”. Macu del Mocase compartió que se emocionó cuando en la transmisión en vivo participó su compañero wichi, que es quien viene transitando el semillero. “Escucharlo, verlo ahí hablando, compartir su experiencia. Nosotros vinimos a acompañarlo. Es él quien está haciendo esta experiencia, quien está llevando este proyecto”. Y continuó. “Somos jóvenes, estamos hecho mierda. Este país no nos da futuro. El futuro nos lo da la organización y en ese momento vi todo eso.” Y lloró Macu, y varias miradas se sumaron y llenaron de emoción a la ronda.
“Me emociona que seamos tan diversos y podamos trabajar juntos” sumaron desde Campo La Ribera. “Aprendimos algo que funciona” señalaron desde Tucumán. “Algo que podemos replicar en nuestras provincias. Muchos de los que estamos acá no deberíamos estar acá. Eran otros compañeros los que seguían el Semillero, pero no podían venir. Hasta ayer nos sentíamos invitados. Hoy nos sentimos parte” aportó Hernán de Tucma.
Nico Echaniz, de Altermundi compartió la emoción de tantos años de trabajo. “Estamos haciendo todo bien. Estamos ´de este lado´”, que es como se llamó la primera organización en que participó. Jesi se confesó emocionada porque cada quien trabajó como si fuese para cada une. “Con estas ganas de construir, dejamos acá lo mejor de nosotros”. El valor del encuentro también fue mencionado. “Después de tanto zoom, es importante poder coronar este aprendizaje así. La parte práctica es esencial, en la que aparecen complejidades de todo tipo, geográficas y ahí se pone en juego la creatividad”. “Tienen sentido ahora muchas de las cosas que vimos en los encuentros.”
La anotación, el registro de la experiencia también tuvo su apunte y reflexión. Y la importancia de la formación. “Detrás de esa red está el cuadro humano, que es lo más político que tenemos”, señaló Matías. “Altermundi nos brinda estas herramientas para la ruralidad y la organización popular. Las preguntas son ¿cómo nos metemos más dentro? ¿Cómo generamos más herramientas?”.
El debate nuevamente viraba para lo político, para fortalecer la lucha, para que las redes comunitarias sean más reconocidas por Enacom y debatir sobre su rol político. Algunos grupos debieron comenzar sus traslados para alcanzar los transportes que los llevarían de regreso a sus lugares. Así de a poco se dió la despedida, con promesas de seguir en contacto, de intercambiar, de visitarnos. Gratificades por la experiencia compartida. Y de seguir apostando a la multiplicación de estas experiencias que hacen a la soberanía tecnológica de nuestras comunidades.