En la vida cotidiana, tanto en los ambientes de trabajo como en el hogar, cada día más está vinculada al uso de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (AEE). Se estima que en la Argentina una familia tipo tiene cerca de 40 aparatos en cada hogar que van desde electrodomésticos, equipos de comunicación, informática hasta los de entretenimiento.
Cuando estos Aparatos dejan de funcionar, o se vuelven obsoletos por el cambio de tecnología, se constituyen en residuos, denominados RAEE, pero también basura electrónica, e-basura o chatarra electrónica.
Los RAEE son la parte de los Residuos Sólidos Urbanos (RSU) que mayor crecimiento tiene y constituyen un verdadero problema para el tratamiento de los mismos en las ciudades.
Por año en nuestro país se descartan más de un millón y medio de computadoras personales y cerca de diez millones de teléfonos celulares, pero también heladeras, microondas, lavarropas, herramientas eléctricas y aparatos de alumbrado.
El promedio mundial de RAEE generado por habitante por año se estima en 7 kg, estando actualmente la Argentina por sobre el promedio en unos 8,5 kg y se estima en 15kg para el año 2025.
Muchos de los equipos descartados están en funcionamiento, y pueden tener una extensión de su vida util si son recuperados a tiempo.
Los RAEE constituyen una verdadera “Mina de Oro Tóxica”, que combina un alto valor de algunos de sus componentes con la peligrosidad de otros. El contenido de las plaquetas electrónicas y procesadores son un 300% más rico en cobre y otros metales preciosos que el promedio de las mejores vetas encontradas en la minería tradicional, lo que ha inaugurado el concepto de “Minería Urbana”. También se recuperan plásticos, vidrio y metales ferrosos.
Por otro lado la presencia de elementos como mercurio, cadmio, plomo, bromo, selenio, bifenilos policlorados, policloruros de vinilo e ignífugos como el arsénico y el amianto, hace de ellos de gran poder contaminante llegando a aportar el 70 % de metales pesados a los rellenos sanitarios. La mayor contaminación de los RAEE se produce cuando se queman o mojan, produciendo el “lixiviado” hacia las napas subterráneas, contaminando tierra, aire y agua.
Por eso, el símbolo que los representa internacionalmente es enfático: Los RAEE no deben ir a la basura.
Se estima que el 50% de estos residuos están arrumbados en oficinas, hogares, entes públicos o depósitos, más del 40% se entierra o se descarta en basurales y rellenos y cerca del 10% ingresa en esquemas informales o formales de gestión de residuos.
La Argentina no tiene una ley específica para el RAEE.
Para el Ministerio de Ambiente de la Nación, los RAEE, no constituyen Residuos Peligrosos (Ley 24.051) hasta no ser desensamblados o que tengan roturas.
Una vez desensamblados, deberán ser tratados como tales, con todos los requisitos que la Ley impone, dificultando su traslado y procesamiento en condiciones legales y ambientalmente correctas.
La legislación a nivel mundial se inclina hacia el concepto de Responsabilidad Extendida del Productor (REP). La REP es un principio que extiende la responsabilidad del fabricante sobre todo el ciclo de vida de los productos, favoreciendo la eliminación de sustancias tóxicas desde el diseño, la utilización de los mejores materiales para ser reciclados y recuperados y la extensión de la vida útil.
El REP asigna distintas responsabilidades y costas a todos los actores de la Cadena Comercial, generando los recursos necesarios para promover la Gestión el RAEE.